Mambo
Una modalidad musical que se convirtió en uno de los géneros más representativos de Cuba
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En algún momento durante la década de los años 30 en Cuba, un músico llamado Orestes López utilizó por primera vez la palabra “Mambo” para referirse a un danzón que sonaba diferente, y sin darse cuenta, dio origen a una nueva modalidad musical que se convirtió en uno de los géneros más representativos de la isla.
Por esa misma década, su compatriota Antonio Arcaño, fundaba una de las orquestas de charanga más importantes, y con un variado repertorio de mambo, logró comercializarlo y llevarlo a otro nivel. Arcaño, se refería al mambo como un tipo de Montuno que contenía la sabrosura rítmica, la informalidad y la elocuencia del cubano.
El mambo se expandió por todo el mundo, gracias al sonido de dos increíbles músicos cubanos: Dámaso Pérez Prado, un pianista conocido como el “Rey del mambo” y Benny Moré, cantante y guitarrista reconocido como el “Bárbaro del ritmo”.
En 1947, Pérez Prado llevó el mambo a México, y en 1951 lo popularizó bajo la famosa frase: “rico el mambo”. Debido a que su música estaba dirigida al público internacional, Pérez Prado se caracterizó por imprimir en sus composiciones una marcada influencia del swing norteamericano, el cual fusionaba con elementos de la rumba y el son cubano. Entre sus mambos más famosos están: el “Mambo No 5” y el famosísimo tema “Que rico el mambo”.
Por su parte, Beny Moré, quien fue el cantante principal del trio matamoros, se radicó en México en el año de 1945 y junto a su compatriota Dámaso Pérez Prado, grabó importantes canciones como: Babarabatiri, Locas Por el Mambo, Que Cintura y Pachito Eché. A su regreso a Cuba, en 1952, Benny no era muy reconocido en su tierra; no obstante, poco tiempo después desde su llegada, lanzó su éxito: “Que bonito y sabroso”, un tema dedicado a las mujeres mexicanas, pero con el cual logró el reconocimiento entre sus hermanos cubanos.
Los instrumentos que se usan en el mambo son la trompeta, el saxofón, el trombón, el piano, el bongó, la conga, el guiro, la clave y el bajo o contrabajo. En el mambo, cuando el pianista ataca, la flauta lo oye y se inspira, el violín ejecuta rítmicos acordes de dobles cuerdas, el bajo le adapta el “tumbao”, el timbalero repica con el cencerro y el güiro rasguea, mientras que la indispensable tumba corrobora el tumbao del bajo y fortalece el timbal. ¹
El vestuario es quizá el rasgo más llamativo y representativo del mambo. Los hombres usan pantalones de color blanco o negro, chalecos muy coloridos o camisas con mamberas que resaltan los movimientos realizados con sus hombros. La mujer exhibe faldas muy coloridas, cortas en la parte delantera y largas en la parte de atrás, acompañadas de muchos boleros que resaltan el movimiento de la cadera de la mujer. En la parte superior del torso, en ocasiones se usan boleros pequeños y sutiles para resaltar el movimiento de los hombros. En su cabeza, la mujer usa turbantes coloridos o tocados muy grandes que destacan los movimientos.
¹ Giro, Radamés: Todo lo que usted quiso saber sobre el Mambo. Panorama de la música popular cubana. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1998, P. 212.